La pérdida de peso inducida por la intervención posibilita que los corazones de los pacientes recuperen su tamaño, geometría y funcionalidad.
Por lo general, las personas con sobrepeso y obesidad tienen, además de una mayor cantidad de grasa corporal, una mayor masa muscular que sus homónimas con un peso saludable. La razón obedece a que según el cuerpo aumenta de tamaño –en este caso, ‘a lo ancho’–, los músculos tienen que mover una mayor masa corporal, por lo que se ven obligados a crecer. También el músculo cardiaco. De hecho, y dado que tienen que mover una mayor cantidad de sangre y en condiciones más difíciles –los vasos sanguíneos se encuentran parcialmente obstruidos–, los corazones de las personas con exceso de peso suelen ser más grandes de lo normal. Pero cuidado: en este caso, más grande no significa mejor, sino todo lo contrario. Y es que cuanto mayor es el tamaño del corazón, menor es su eficacia a la hora de bombear la sangre. Entonces, ¿qué pueden hacer las personas con obesidad para ‘disfrutar’ de un corazón normal y sano? Pues según parece, someterse a cirugía bariátrica. Y es que según muestra un estudio llevado cabo por investigadores de la Clínica Cleveland en Weston (EE.UU.), la pérdida de peso asociada a esta intervención permite al corazón recuperar su forma normal y, por ende, su funcionalidad.
Como explica Raul J. Rosenthal, director de esta investigación presentada en el marco del Congreso Clínico 2017 del Colegio Americano de Cirujanos (ACS) que se está celebrando en San Diego (EE.UU.), «es bien sabido que el sistema cardiovascular se ve afectado de forma muy significativa por la obesidad. Así, lo que queríamos ver en nuestro estudio era hasta qué grado cambia el corazón en las personas obesas, cómo es el corazón de un paciente que ha perdido peso tras someterse a la cirugía bariátrica, y cómo los cambios en la geometría del órgano afectan a su funcionalidad».
El tamaño importa
Para llevar a cabo el estudio, los autores contaron con la participación de 51 mujeres y varones con obesidad mórbida –esto es, con un índice de masa corporal (IMC) superior a 40 kg/m2, lo que implica un exceso de peso de más de 50 kilogramos– y una edad promedio de 61 años que se sometieron a cirugía bariátrica entre los años 2010 y 2015.
Los autores compararon los resultados de los ecocardiogramas –un tipo de ecografía que mide no solo el tamaño y la forma del corazón, sino también su funcionalidad al cuantificar cuánta sangre entra, sale o permanece en el órgano tras cada latido– realizados a los participantes antes de la cirugía bariátrica y a los 12 meses de la misma. Y lo que vieron es que la intervención había mejorado de forma muy significativa la salud coronaria de los pacientes.
Es bien sabido que el sistema cardiovascular se ve afectado de forma muy significativa por la obesidad
Concretamente, los resultados mostraron que los corazones de cerca del 90% de los participantes habían recuperado su forma o geometría original. Y asimismo, que a nivel promedio, el tamaño de las cámaras del corazón se había reducido en un 15,7% –mientras la masa del ventrículo izquierdo pasó de 229 gramos a 193 gramos tras la cirugía, el diámetro de la pared de este ventrículo izquierdo se redujo de 60,1 milímetros a 53,7 milímetros como consecuencia de la intervención.
Un aspecto muy importante dado que, como recuerdan los autores, «al crecer de tamaño, las cámaras del corazón pierden parte de su capacidad de bombeo. Esto implica que la cantidad de sangre que permanece en el corazón es mayor, lo que a la larga aumenta el riego de desarrollo de insuficiencia cardiaca».
Como apunta Raul Rosenthal, «cuando las cámaras crecen de tamaño y las paredes del corazón aumentan su grosor, entonces el flujo al corazón no es tan bueno, la funcionalidad del propio corazón no es tan buena, y el corazón no recibe suficiente sangre. El resultado es que todo el organismo sufre porque no llega suficiente sangre a las extremidades inferiores ni a la cabeza».
¿Por tiempo limitado?
En definitiva, la pérdida de peso asociada a la cirugía bariátrica puede ayudar, y mucho, a que las personas con obesidad recuperen un corazón totalmente normal y funcional. Un beneficio de este tipo de cirugía que, quizás, se vea limitado por el tiempo que el corazón ha ‘cargado’ con el exceso de peso. Y es que el esfuerzo de tener que hacer llegar la sangre a un cuerpo que se ha vuelto excesivamente grande podría provocar daños irreparables.
Como concluye Raul Rosenthal, «no sabemos si ser obeso durante 20 años y experimentar cambios en la geometría del corazón es diferente de ser obeso durante 10 años. La pregunta que se plantea es: ¿el corazón siempre volverá a ser normal? Podría ocurrir que si uno espera demasiado tiempo, los cambios en el corazón sean irreversibles».
Fuente: http://www.abc.es