La ingesta de este tipo de alimentos está vinculada también con las cifras en España: un 18 % de los niños y niñas tienen obesidad o sobrepeso.
Según la Organización Mundial de la Salud, 39 millones de niños tenían sobrepeso u obesidad en 2020, lo que aumentaba los riesgos de enfermedades cardíacas, diabetes, cáncer y muerte prematura. En nuestro país las cifras también son preocupantes ya que alcanza al 18 % de los niños y niñas. De hecho es el tercer país en Europa con mayor índice de obesidad infantil.
Los expertos distinguen dos tipos de causas principales en este sentido. Las primeras, más obvias y más abordables con medidas de prevención son dejar de comer tarde por la noche, comer muy rápido y obviamente la ingesta de alimentos ultraprocesados.
Pero hay una segunda causa que, si bien se puede prevenir, es mucho más compleja: se trata de actuar desde el embarazo. Por ejemplo, se ha detectado una relación entre comer pescado más de tres veces por semana, durante el embarazo y la obesidad infantil.
Y algo similar ocurre con el consumo de alimentos ultraprocesados durante el embarazo, de acuerdo con un estudio publicado en el ‘British Medical Journal’.
Los expertos en nutrición distinguen tres tipos de alimentos en este área: aquellos que no han sido procesados, los procesados y los ultraprocesados. Estos últimos son aquellos que han sufrido algún procedimiento industrial, es decir que les han agregado colorantes, saborizantes, aditivos o grasas «trans» entre otras sustancias para mejor su aspecto o sabor. Ejemplo de estos son la bollería industrial, los refrescos azucarados, los cereales azucarados, la comida rápida, etc.
Hasta ahora no estaba claro si existía un vínculo entre el consumo de alimentos ultraprocesados durante el embarazo y el peso en la infancia de sus hijos. Para explorar esto más a fondo, un equipo de científicos de Harvard liderados por Andrew Chan analizaron los datos del Estudio de Salud de Enfermeras (NHS por sus siglas en inglés) que incluye información de 19.958 niños nacidos de 14.553 madres. Desde 1991, los voluntarios del NHS informan lo que comieron y bebieron, utilizando cuestionarios de frecuencia de alimentos validados.
Para llegar a una conclusión también se tuvieron en cuenta otros factores potencialmente influyentes en la obesidad infantil, como el peso de la madre, actividad física, tabaquismo, situación familiar y la educación del padre y la madre junto al tiempo de actividad o sedentarismo de los menores.
Los resultados mostraron que el consumo de alimentos ultraprocesados de una madre se asoció con un mayor riesgo de sobrepeso u obesidad en su descendencia. Por ejemplo, se observó un riesgo un 26 % mayor en el grupo de consumo de alimentos ultraprocesados, independientemente de las circunstancias familiares de cada grupo.
Si bien los autores reconocen que se necesitan más estudios para confirmar estos hallazgos y comprender los factores que podrían ser responsables, sí destacan que las pautas dietéticas deberían ser mucho más claras y la política en este sentido debería ser unánime.
«No debemos pasar por alto los determinantes sociales de la salud que podrían impedir que las mujeres reduzcan la ingesta de alimentos ultraprocesados – concluyen los autores –. Estos pueden incluir la falta de tiempo adecuado para preparar alimentos, los costes adicionales de una dieta más saludable (incluida la vida útil limitada que podría resultar en un mayor desperdicio),el hecho de que la mayoría de las madres sean las únicas responsables de los alimentos del hogar y el acceso limitado a opciones de alimentos saludables debido a la ubicación geográfica o al precio».
Fuente: La Sexta